Parashá tazria-Metzorá

Llevando alegría a los leprosos

Escrito por el Rabino Meir Elkabas



El Significado Espiritual de la Tzara’at(lepra)


Las parashot Tazria y Metzorá tratan sobre las leyes de la tzara’at, una afección espiritual. Según Rashi, la tzara’at es un castigo por hablar lashon hará (calumnias o difamación). Pero el castigo va mucho más allá de lo superficial. Una vez que el Kohén(sacerdote) declara impuro al metzorá(persona afectada por lepra), este es exiliado de los tres campamentos en el desierto: el Mishkán(tabernáculo), el campamento de los Leviím(miembros de la tribu de Levi) y el campamento de Israel. Debe vivir solo—“badad yeshev”—e incluso anunciar su impureza a los demás para que no se acerquen.



El Zóhar explica que esta persona ha experimentado una segirá de'nehora ila'ah(un cierre de la luz suprema). En el marco de la Lección 24 de Likutey Moharán, esto significa que ha sido desconectado del acceso a la luz infinita. ¿Por qué? Porque el lashon hará no es solo un pecado de habla—refleja un problema interno mucho más profundo: un alma desconectada de la alegría.




El Lashon Hará Comienza con la Falta de Alegría


Por qué las personas hablan negativamente de los demás? Rabi Najman de Breslev enseña que alguien que está insatisfecho consigo mismo inevitablemente comenzará a ver a los demás a través del mismo lente negativo. Una persona llena de simjá (alegría) encuentra lo bueno en los demás; alguien desconectado de su propia bondad se vuelve crítico, negativo y, eventualmente, calumniador.


En su raíz, el lashon hará proviene de la falta de simjá. Una persona que no está en contacto con su propia nekudá tová—ese pequeño pero verdadero punto de bondad—se vuelve celosa, cínica y llena de arrogancia. Esto es lo que conduce al ego inflado y al comportamiento arrogante que antecede al lashon hará.


El Proceso de Purificación del Metzorá(enfermo con Lepra) y la Raíz del Pecado


La Torá insinúa la raíz del problema en el proceso de purificación del metzorá. Una vez que comienza a sanar, el Kohén(sacerdote) viene a revisarlo, y sigue un ritual único: se toman dos aves, una es sacrificada y la otra se sumerge en su sangre junto con un manojo de madera de cedro (erez אֵרֶז), hisopo (ezov אֵזוֹב ) y lana carmesí (tola'at תּוֹלְעַת). Rashi explica el simbolismo: el cedro representa el orgullo, mientras que el hisopo y la lana carmesí—cuyo nombre tola'at también significa "gusano"—representan la humildad.


El metzorá debe confrontar la verdad: su arrogancia provenía de un vacío interior. Le faltaba alegría por sus puntos buenos y, en su lugar, se infló para sentirse mejor. Pero en lugar de ser elevado, esta arrogancia lo llevó a atacar a los demás, y finalmente a la aislación—tanto espiritual como social.



La Alegría como la Clave para la Elevación Espiritual


En Likutey Moharán 24, Rabi Najman de Breslev explica que la simjá (alegría) es la base del crecimiento espiritual. Cuando una persona realiza mitzvot con simjá, le da poder a la mitzvá para elevarse y atraer bendiciones hacia el mundo. Esa bendición luego abre la puerta hacia la luz infinita. Pero alguien que no está feliz consigo mismo no puede alcanzar esa simjá. No puede elevar sus mitzvot ni su vida.


La aislación del metzorá refleja su bloqueo espiritual interno. Cortado de los demás, también está cortado de la luz divina. Solo cuando se humilla y comienza a apreciar su propia pequeña bondad puede empezar a regresar—tanto al campamento como a Hashem.



El Kohén como Canal de Bendición


Ahora podemos entender más profundamente el papel del Kohén en el proceso de tzara’at. El Kohén es central—no solo al declarar impuro a la persona, sino también al declararla pura. Esto no es incidental. Los Kohanim son los conductos designados para la bendición en el mundo, como se revela a través de la Birkat Kohanim—la Bendición Sacerdotal. Sus manos se convierten en vasos a través de los cuales fluye la bendición divina, haciendo de cada instancia de Birkat Kohanim un momento espiritual profundo.


En Likutey Moharán Lección 24, Rabi Najman de Breslev enseña que la brajá (bendición) se atrae a través de la simjá (alegría). Cuando un judío realiza una mitzvá con simjá, eleva la mitzvá y activa la bendición, que a su vez abre el camino hacia niveles más altos de percepción divina. El Kohén, como el que encarna la bendición, debe ser quien declare si el leproso—una persona que perdió el acceso a la bendición—es puro o impuro. Solo el Kohén, fuente de brajá, puede restaurarla.




El Leproso y la Raíz de Su Caída


¿Por qué el metzorá es enviado fuera de los tres campamentos? ¿Por qué debe sentarse solo? La Torá quiere que internalice el mensaje. Como vimos anteriormente, la raíz de su lashon hará es la altanería. Y esa altanería misma proviene de la falta de simjá (alegría). Hay una tradición oral que Rabi Najman de Breslev dijo famosamente: “Puedo ayudar a cualquiera, excepto a un baal ga’avá” (una persona orgullosa). Una persona altanera se niega a recibir ayuda. No puede recibir orientación ni corrección porque está demasiado llena de sí misma. Y hasta que no se humille, ningún remedio puede alcanzarlo.


Rabin Natan de Breslev explica esto más a fondo al analizar la Mishná en Pirkei Avot: Kin’á, ta’avá y kavod sacan a una persona del mundo. Una persona puede luchar con celos o deseos y aún así ser accesible. Pero una vez que kavod—honor y altanería—se suma a la mezcla, ya no hay una apertura. La altanería cierra la puerta a la teshuvá (arrepentimiento).



El Papel del Pájaro y la Lana Carmesí


El ritual de purificación refleja este mensaje de manera vívida. Se sacrifica un pájaro, y el otro se sumerge junto con el hisopo, una rama de cedro y lana carmesí—una mezcla de opuestos. El alto cedro representa la arrogancia; el hisopo y la lana carmesí (tola'at—también la palabra para gusano) representan la humildad. El leproso debe internalizar este contraste. Habló de manera excesiva, como un pájaro que chismea sin parar. Se infló como un cedro alto. Ahora debe llevar todo esto a la humildad del hisopo y el gusano.



Retroceder como Prerrequisito para Elevarse


Rabi Najman de Breslev describe en la Lección 24 un proceso espiritual que refleja el recorrido del metzorá. Cuando una persona sirve a Hashem con simjá (alegría), esa simjá eleva sus acciones y atrae brajá (bendición). La brajá lo guía hacia el Kéter—la corona—que es la entrada a la luz infinita. Pero el Kéter empuja a la persona hacia atrás. Este betishá—el retroceso repentino—no es un castigo, sino un mecanismo divino que impone humildad. Si la persona recibe ese empujón con alegría, lo ve como un mensaje de Hashem para frenar y asimilar, y continúa sirviendo con alegría, entonces construye los recipientes que luego podrán contener la luz infinita.




Aislamiento Total: El Retroceso Extremo


Sin embargo, el metzorá no solo es empujado hacia atrás—es empujado completamente hacia afuera. Aislamiento total. Nadie lo consuela. Nadie lo anima. Sin libros, sin jabrutá(estudio en pareja), sin jizuk(fortalecimiento de otro). Ni siquiera un rabino. ¿Por qué? Porque la raíz de su caída gaavá, (altanería)requiere una ruptura total. Rabi Najman de Breslev enseña que este tipo de persona debe ser forzada a la soledad. Solo estando badad yeshev(completamente solo) puede comenzar a humillarse de verdad y volverse hacia su interior.


¿Y qué ocurre en esa soledad? La oportunidad de hitbodedut—oración personal profunda, sin distracciones. El leproso debe enfrentarse a sí mismo, sin nadie a quien culpar, sin apoyos en los que recostarse. Solo en ese lugar de verdadera humildad puede comenzar el camino hacia la purificación.


El Retorno del Kohén: Comienza la Renovación


Cuando la persona ha sido verdaderamente humillada, el Kohén(el representante de la bendición)sale hacia él. Aquel que una vez lo declaró impuro, ahora viene a declararlo puro. Esto inicia un largo proceso de purificación, que culmina en korbanot (ofrendas) y en la aspersión del leproso con sangre y aceite.


Uno de los rituales clave consiste en poner la sangre de un korban en tres lugares del cuerpo del leproso: la oreja media derecha (tenuch), el pulgar derecho (bohen) y el dedo gordo del pie derecho (también bohen). Luego, esos mismos tres puntos son ungidos con aceite.


Tres Portales: Pies, Manos, Oídos


Estos tres elementos simbolizan niveles crecientes de elevación espiritual:


Pies: Representan el movimiento—específicamente, el impulso que se crea cuando las mitzvot se cumplen con simjá. La alegría le da “piernas” a una mitzvá. Sin simjá, la mitzvá permanece estática. Con simjá, asciende rápidamente.


Manos: Las manos son canales de brajá. Los Kohanim bendicen con sus manos porque estas transmiten energía divina. Cuando una persona introduce alegría en su servicio, activa las “manos”, es decir, activa el flujo de la bendición.


Oídos: Los oídos están conectados con la comprensión profunda. “El corazón entiende a través de los oídos.” Una vez que la persona ha activado la alegría y la bendición, entonces puede empezar a acceder a la percepción espiritual y recibir claridad.


Así que, aunque el Kohén comienza aplicando la sangre y el aceite de arriba hacia abajo, el verdadero camino del ascenso espiritual funciona en el orden inverso: de los pies (acción con alegría), a las manos (bendición), hasta los oídos (entendimiento).


La calumnia proviene de la altanería, y la altanería surge de no estar feliz con los propios puntos buenos.


Las Cinco Voces de la Alegría



Esto nos lleva de vuelta a la hei de simjá—los cinco caminos(los 5 magnificos) que Rabi Najman de Breslev revela para alcanzar la alegría, basados en el versículo de las bendiciones nupciales: Kol sason ve’kol simjá, kol chatán ve’kol kalá, kol omrim hodu laHashem ki tov.( “Voz de alegría y voz de júbilo, voz del novio y voz de la novia, voz de los que dicen: ‘Den gracias al Eterno, porque Él es bueno.’”)


Estas cinco kolot—voces—reflejan cinco herramientas prácticas para generar alegría:


• Bromas y ligereza: Romper la seriedad, sacudirse el peso interior. Incluso el humor forzado tiene poder.


• Música y movimiento: Bailar, aplaudir, cantar, usar nigunim(melodias espirituales) para despertar el alma.


• Encontrar puntos buenos: Identificar la chispa de bondad en uno mismo y en los demás.


• Gratitud: Una vez que se reconoce el bien, agradecer a Hashem por ello.


• Alegría por el futuro: Aunque el presente esté oscuro, alegrarse sabiendo que la Redención Final viene y que todo saldrá para bien.


Cada una de estas cinco, enseña Rabi Najman de Breslev, es una palanca espiritual para restaurar la alegría—y a partir de la alegría, comienza todo el proceso de sanación.


Sangre, Aceite y el Camino hacia la Luz Infinita


Una vez que el metzorá ha atravesado la humillación, el aislamiento, la hitbodedut personal y la humildad sincera—ahora el Kohén regresa para aplicar tanto la sangre como el aceite en los tres portales clave: la oreja, el pulgar y el dedo gordo del pie.


La sangre representa la sumisión. Cuando se extrae la sangre de un animal, su fuerza vital se detiene—simbolizando la humildad y la hajna’á (doblegamiento). El Kohén coloca la sangre en la oreja, el pulgar y el dedo gordo del pie del leproso para simbolizar la sumisión total del cuerpo, desde la comprensión hasta la acción, hasta el movimiento.


El aceite, especialmente el aceite de oliva del Templo, representa simjá—alegría. Como dice el versículo: “Shemen u’ketoret yesamaj lev”—“El aceite y el incienso alegran el corazón.” La alegría es esencial para el ascenso espiritual.



El Simbolismo del Cuerpo


Cada punto de aplicación tiene un profundo significado simbólico:


El pie: representa la realización de la mitzvá con impulso—alegría en acción. El punto de presión en el movimiento físico de una persona es el dedo gordo del pie. Ahí es donde la alegría debe sentirse y expresarse.


La mano:específicamente el pulgar—representa el canal de brajá (bendición). Los Kohanim bendicen con sus manos. La alegría en las mitzvot despierta la bendición


El oído : es la puerta de entrada a la comprensión y la conexión con la luz infinita. El oído debe ser impregnado tanto con humildad (sangre) como con alegría (aceite).


El orden del Kohén—de arriba hacia abajo—comienza con los oídos, para despertar el da’at (conocimiento), y luego se mueve hacia abajo, pero Rabi Najman de Breslev explica que el verdadero camino espiritual asciende de abajo hacia arriba: alegría en acción (pies), lleva a la bendición (manos) y, finalmente, a la percepción y la luz (oídos).



Bohen y Tenuch: Códigos Secretos


Incluso los nombres mismos sugieren el viaje:

Bohen בּוֹהֵן :la palabra hebrea tanto para el pulgar como para el dedo gordo del pie contiene bet, hei y nun:

Bet(בּ) para brajá—bendición

Hei(ה) para las cinco formas de simjá—alegría

Nun(נ) cuyo valor es 50, aludiendo a la 50ª puerta de entendimiento—el Keter (la corona).


tenuch(תְּנוּךְ): el término para la parte media del oído, se asemeja a Tanaj(תַּנַ"ךְ): la Torá escrita. Esto nos recuerda que la verdadera escucha espiritual comienza con la inmersión en la Torá misma, la base de todo crecimiento espiritual.


La Lección Central: Alegría en las Cosas Pequeñas


Todo esto regresa a la fuente: la calumnia proviene de la altanería, y la altanería surge de no estar feliz con los pequeños puntos buenos. El metzorá es castigado al ser completamente expulsado, pero esa misma aislamiento es lo que le permite regresar. Él aprende a valorar las chispas más pequeñas de bondad dentro de sí mismo—nekudot tovot. A partir de ahí reconstruye: simjá → brajá → percepción → Keter → luz infinita.